Los diseñadores gráficos debemos aportar a la sustentabilidad del planeta.
Hace poco asistí al Pecha Kucha Night Verde, como antesala a la COP 20* (a realizarse en nuestro país), fue una noche de compartir, debatir y concientizar por medio de proyectos sobre un problema más que evidente: “El calentamiento global”. Hace años que venimos escuchando sobre este tema, pero a medida que pasa el tiempo va tomando más fuerza (¿será por qué cada año los impactos y los cambios en el mundo son más evidentes?); y es ahora cuando se debe actuar. Esa noche, a medida que escuchaba cada proyecto, me preguntaba: ¿Cuánto CO2 genero como diseñadora gráfica? ¿Cuánto mi profesión ha contribuido al calentamiento global?
En estos últimos años los humanos tenemos mayor conocimiento sobre el impacto que tienen nuestras acciones en el medio ambiente. Desde la revolución industrial, que dio vida a las máquinas y al origen del diseño, también trajo consigo el consumo de los recursos, contaminación y desgaste de nuestro planeta. Es importante definir el impacto de la actividad del (sigiloso) diseño y qué medidas se pueden emplear para disminuir su huella de CO2 (dióxido de carbono) y otros gases de efecto invernadero, asociados a un producto o servicio.
Ubaldo García (2011) decía que el precio de las cosas no está en su costo inmediato y directo, el que uno paga por un servicio o producto, sino en las repercusiones generales de cada acción.
Frente a esta problemática ha nacido una nueva corriente entre los diseñadores: el diseño sustentable, el cual plantea producir lugares, productos y servicios que reduzcan el uso de fuentes no renovables, minimizando así el impacto negativo de las actividades humanas en el ecosistema.
El diseño gráfico sustentable considera el impacto medioambiental de los productos relacionados a esta actividad, tales como embalajes, publicidad, revistas, etiquetas, bolsas, etc. Y va aún más allá, ya que también mide el uso de diferentes soportes, transporte, mano de obra y su eliminación. En este punto el diseñador es co-responsable directo e indirecto de la generación de la huella de carbono, de la contaminación visual de las ciudades y del consumismo.
Para reducir el impacto, por ejemplo, podemos empezar con el espacio en donde trabajamos, reemplazando los focos incandescentes por focos ahorradores o LED, reutilizar el papel para las pruebas de diseño, apagar nuestros equipos cuando no estén siendo utilizados. Otra manera es saber exactamente qué tipo de tinta se está usando para la impresión, el tipo de papel y proponer el uso de materiales sostenibles a nuestros clientes.
También podemos utilizar nuestro conocimiento mediante el Eco-feedback, un tipo de diseño que busca modificar la conducta de las personas informando sobre el impacto de sus acciones. Ya que no solo el proceso de fabricar un objeto es parte del impacto, sino también de que manera el usuario interactúa con este. Lo puede hacer mediante el scripting, por ejemplo, uso de íconos en las etiquetas para informar que se debe reciclar los envases; también está el eco-feedback que muestra por ejemplo el tiempo que demoraría cierto producto en descomponerse.
Lo importante es tomar conciencia de lo que nuestras actividades diarias están causando al planeta. El diseño es una herramienta formidable para minimizar este impacto y generar conciencia entre las personas a través de mensajes, creación de nuevos objetos y un cambio sobre todo de visión y de actitud, es hora de actuar. Empecemos con estas interrogantes ¿Qué destino queremos? ¿Cuál es la misión del diseñador para el futuro?.
*COP 20: La Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (CMNUCC o UNFCCC por sus siglas en inglés) entró en vigor en 1994, con el objetivo de reducir las concentraciones de gases de efecto invernadero (GEI) en la atmósfera. La Conferencia de las Partes (COP por sus siglas en inglés) fue designada como el órgano supremo de la Convención.
Daniela Ochoa
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